24 de julio de 2010

Ecuador busca ayuda para cambiar petróleo por selva

El Gobierno ecuatoriano renunciará a extraer petróleo del parque nacional Yasuní a cambio de que los países ricos le compensen el 50% de los 6.000 millones de dólares que ganaría con su explotación.

DIANE CAMBON QUITO 24/07/2010

Renunciar a la explotación del petróleo para proteger un parque natural de gran valor medioambiental. Este es el desafío ecologista que plantea Ecuador, el quinto productor americano de crudo. Un dilema ético para tiempos de globalización, crisis energética y deterioro ambiental. Este proyecto inédito consiste en dejar 850 millones de barriles de crudo pesado en el subsuelo amazónico, o sea, no extraer más de un cuarto de las reservas de hidrocarburos del país. El objetivo de tal propósito es conservar la biodiversidad del parque Yasuní. Un edén tropical en plena selva de 982.000 hectáreas, declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco en 1989.

Según los científicos, esta zona donde el conquistador Francisco de Orellana dio sus primeros pasos hacia la Amazonia puede albergar más de 644 especies de árboles y arbustos en una sola hectárea. Además, se estima que es el hábitat de 610 tipos de aves y 200 mamíferos. En una hectárea se pueden encontrar 100.000 especies de insectos. No sólo es un paraíso vegetal, sino también es el último refugio de dos pueblos en aislamiento voluntario, los tagaeris y los taromenanes. En este rincón amazónico viven además unos 1.400 indígenas de la comunidad huaorani, que dependen para su existencia de la caza y recolección de frutas.

El subsuelo del área afectada alberga 850 millones de barriles de crudo

No obstante, la conservación de este espacio virgen tiene un precio. El jefe del Gobierno ecuatoriano, el socialista Rafael Correa, pide a cambio de no explotar los yacimientos de crudo una compensación financiera a la comunidad internacional. Quito espera recibir el 50% de los alrededor de 6.000 millones de dólares que percibiría si explotara los tres pozos del bloque Ishpingo-Tambococha-Tiputini (ITT). A los potenciales contribuyentes se les invita a que depositen un fondo en una cuenta bancaria bloqueada y administrada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Las naciones donantes recibirían bonos de garantía que les permitirían recuperar su inversión en caso de que cambie la situación. En agosto está previsto que se firme el acuerdo entre el Gobierno de Ecuador y el PNUD.

"Corresponsabilidad"
"No son ayudas o subvenciones que pedimos a los países ricos", anota Tarcisio Granizo, subsecretario de Estado del Ministerio del Patrimonio de Ecuador. "Llamamos a la corresponsabilidad de las naciones desarrolladas. Ellas pudieron crecer destruyendo los recursos naturales. Hoy, les mandamos una invitación para conservar el planeta. Lo que es de todos, debe ser protegido por todos". Conservar el parque Yasuní ayudará a evitar que se emitan 410 millones de toneladas de CO2.

"Es una invitación para conservar el planeta", dice el Gobierno de Correa

El sendero seguido por la propuesta Yasuní-ITT desde su presentación en 2007 conoció avances y retrocesos. El propio Ejecutivo ecuatoriano modificó varias veces el equipo encargado de presentar la iniciativa Yasuní en el exterior. Según el Gobierno, el primer equipo se sometía demasiado a las voluntades de los países europeos. "Perjudicaba a nuestra soberanía, lo que es contrario a nuestra Constitución", asegura Granizo.

Tampoco ayudó la crisis económica que golpeó fuertemente a los países europeos. Las propuestas de inversiones se hicieron esperar más de lo previsto. Sin embargo, el proyecto echó raíces. Alemania, Bélgica, Francia, España y Turquía mostraron un gran interés en la iniciativa. Según el Ejecutivo ecuatoriano, los primeros depósitos de fondos llegarán a lo largo del verano después de la firma con el PNUD. Alemania podría aportar unos 50 millones de dólares anuales durante 13 años.

Respaldo español
España adelantó cuatro millones de dólares para los primeros estudios


España, por medio de la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, de visita oficial en Ecuador en agosto de 2007, ya adelantó cuatro millones de dólares para el diseño de la propuesta y estudia condonar una parte de la deuda de Ecuador como posible forma de financiación. En marzo, el secretario de Estado para Iberoamérica, Juan Pablo de Laiglesia, y el secretario general iberoamericano, Enrique Iglesias, se reunieron en Madrid con Lenin Moreno, vicepresidente de Ecuador. Laiglesia reiteró el "respaldo del Gobierno español". En un comunicado, Iglesias sugirió que "se debería buscar un mayor compromiso de organismos financieros internacionales".

Fuentes de la secretaría de Estado de Cambio Climático precisaron a este diario que en la última reunión de la Comisión Delegada de Cambio Climático, celebrada en junio, se presentó una propuesta para "contribuir financieramente al proyecto en el contexto de la contribución de España a sus compromisos en materia de financiación inmediata anunciados en Copenhague".

Para Alberto Acosta, economista ecuatoriano y promotor del proyecto Yasuní-ITT en el primer equipo del Gobierno, la comunidad internacional espera más garantías por parte de Correa para depositar los fondos. Por ejemplo, que el Gobierno aclare a qué destinará el dinero, que debería ser invertido en actividades sostenibles. "Para que esto sea realidad se esperan señales claras. Se precisa coherencia y consistencia a nivel gubernamental. También tiene que asegurar que no va a optar por el plan B", advierte Acosta.

Repsol es una de las compañías que podrían perforar en la región

¿Cuál es el plan B? Un documento presentado por la empresa estatal Petroecuador en el Círculo Militar de Quito en abril 2009, y revelado recientemente por la prensa local, despertó las alarmas. Allí se establecen los pormenores de la explotación de los yacimientos. El Gobierno de Correa nunca ocultó que existía un plan B, muy defendido por los petroleros que ejercen presión constante sobre el Gobierno. Entre las empresas interesadas en explotar los yacimientos podría estar Repsol. La compañía no descarta la solicitud de un permiso en caso de que se apruebe el plan B. "Nada está definido, pero sabemos que se trata de un crudo muy pesado, lo que complica la explotación. Pero hoy en día Repsol tiene la tecnología para no dañar el medio ambiente", asegura Isabel Dávila, encargada de comunicación de la empresa en Quito.

Apoyo popular
Sin embargo, la aplicación del plan B resulta poco factible y muy impopular. El proyecto Yasuní tiene el apoyo del 75% de la población, según el Instituto Perfiles de Opinión. A los ecuatorianos les preocupan los daños ambientales de la explotación petrolera. Este país sufrió la mayor contaminación por crudo del continente. Entre 1964 y 1990, el gigante estadounidense Texaco, comprado luego por Chevron, contaminó amplias zonas de selva con miles de litros de desechos y productos químicos. Todavía hoy quedan restos de esta catástrofe.

Anita Rivas, alcaldesa del municipio de Francisco de Orellana, situado en la cuenca alta del Amazonas, denuncia que los vertidos de petróleo son constantes en la zona. "La actividad petrolera ha traído deforestación, desplazamientos, contaminación y enfermedades a la provincia, que a pesar del petróleo es la segunda más pobre del país", asegura la alcaldesa de esta ciudad de 60.000 habitantes. Junto con Acosta, Rivas forma parte de un movimiento a favor de una moratoria sobre la explotación del petróleo. Un reto para un país cuya principal fuente de financiación es el oro negro.

El parque
Un lugar remoto

Aunque pertenece a la planicie amazónica, la ubicación del Yasuní al pie de la cordillera andina le confiere un relieve muy sinuoso, lo que unido a la abundancia de lagunas y pantanos ha contribuido a su aislamiento. El parque sólo recibe unos 150 visitantes al año. El Gobierno quiere potenciar el turismo en la región.

Explosión verde

El parque sirve de cobijo a monos aulladores, camaleones, guacamayos, caimanes, tortugas mata mata, boas, armadillos, capibaras, delfines del Amazonas, jaguares, nutrias gigantes, pirañas y manatíes. Las copas arbóreas superan los 30 metros y bajo ellas se cobijan lianas, raíces aéreas, musgos, helechos y orquídeas.

Paraíso ecoturístico

El parque es accesible por vía terrestre, aérea o fluvial. Los indígenas huaoranis y quichuas organizan actividades de ecoturismo. No hay infraestructuras turísticas en la zona, pero los puestos de control ofrecen información.

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