18 de diciembre de 2009

El presidente iraní culpa del cambio climático al "materialismo insaciable" de Occidente

Copenhague, 17 dic (EFE).- El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, culpó hoy en Copenhague a las potencias occidentales de haber causado el cambio climático mediante el "materialismo insaciable" del modelo capitalista.

Ahmadineyad intervino en el segmento de alto nivel de la cumbre de la ONU del Cambio Climático, que reunirá hasta mañana a 119 jefes de Estado y de Gobierno, y aprovechó para insistir en sus arengas contra la política exterior de EEUU.

Afirmó que el calentamiento global es resultado de "las creencias egoístas y megalómanas" de "algunos países" que "buscan controlar la riqueza de recursos" de otros.

Indicó que la "ambición por el control de las fuentes energéticas" es "la causa de las guerras" y añadió que el petróleo es "un componente básico de la estrategia de seguridad de la política exterior de EEUU".

El presidente iraní admitió que una de las causas del calentamiento global es el consumo de petróleo -uno de los principales recursos de su país-, pero atribuyó la responsabilidad de su uso al "capitalismo" que, para sobrevivir, necesita "emplear combustible barato y destruir la Naturaleza".

Acusó a Washington de querer "dominar fuentes energéticas" en el extranjero, de ahí que pese a contar sólo con el 5% de la población mundial, EEUU consuma el 25% del petróleo mundial, el 18% de la madera y el 14% del agua y posea el 40% de los vehículos de motor.

Señaló que el modelo capitalista se centra en el "constante incremento de consumo", lo que permite aumentar "la riqueza y la influencia de las grandes empresas", cuyo interés "individual" pasa por "monopolizar los mercados".

Apuntó que EEUU "fomenta" el consumo de combustibles fósiles al tiempo que "evita aceptar obligaciones internacionales" de reducción de gases de efecto invernadero.

14 de diciembre de 2009

DECLARACIÓN DE ALBA SOBRE CAMBIO CLIMÁTICO

La Habana,14 dic (PL) A continuación, Prensa Latina transmite el texto completo de la Declaración Especial sobre Cambio Climático aprobada en la VIII Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA)con miras a la XV Conferencia de las Partes a celebrarse en Copenhague:

  1) Los Jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros de la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos, reunidos en su VIII Cumbre, celebrada en La Habana, Cuba, del 13 al 14 de diciembre de 2009, convinieron reafirmar la Declaración Especial sobre Cambio Climático adoptada en la VII Cumbre del ALBA-TCP, efectuada en Cochabamba, Bolivia, el 17 de octubre de 2009.

2) Observaron con profunda preocupación que el estado de las negociaciones previas a la XV Conferencia de las Partes demuestra que los países desarrollados, principales responsables del cambio climático y de sus impactos adversos, no tienen la intención de alcanzar resultados justos y balanceados en Copenhague, tras casi tres años de negociaciones para la adopción del segundo periodo de compromisos de reducción de gases de efecto invernadero de los países desarrollados, bajo el marco del Protocolo de Kyoto, y tras dos años de negociación en el grupo de trabajo sobre cooperación a largo alcance para un acuerdo de la conferencia de las partes que permita una aplicación plena, efectiva y sostenible de la Convención, en total conformidad con sus principios y compromisos.

3) Deploraron que los países desarrollados hayan encaminado sus esfuerzos a alterar y quebrantar los principios y compromisos del régimen legal vigente, con el objetivo de perpetuar sus patrones de producción y consumo insostenibles, y la dependencia y marginación de los países en desarrollo, al intentar desplazar la carga que representan la mitigación y la adaptación a dichos países.

4) Reafirmaron, en ese contexto, que la intención por parte de los países desarrollados de imponer un acuerdo político que condene al 80 por ciento de la población mundial a vivir en el subdesarrollo y la pobreza, resulta inaceptable, no pueden ser una opción política y ha constituido un serio obstáculo para alcanzar un resultado justo y equitativo en Copenhague.

5) Ratificaron que la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático y su Protocolo de Kyoto representan el régimen jurídico vinculante vigente que norma la respuesta y la cooperación internacional para el enfrentamiento al calentamiento global, como resultado del consenso alcanzado por la comunidad internacional para encarar lo que representa uno de los problemas más graves que amenazan a la humanidad y a la propia vida y existencia de algunas naciones en vías de desarrollo.

6) Rechazaron categóricamente los intentos de hacer fenecer esto instrumentos, anularlos o sustituirlos por nuevos acuerdos que erosionen o alteren las obligaciones jurídicamente vinculantes que en ellos contrajeron.

7) Constataron, un vez más, que la crisis ambiental resultante del incremento de las temperaturas en la atmósfera es consecuencia del sistema capitalista, del prolongado e insostenible patrón de producción y de consumo de los países desarrollados, de la aplicación e imposición al resto del mundo de un modelo de desarrollo absolutamente depredador, y de la falta de voluntad política para el cumplimiento pleno y efectivo de los compromisos y obligaciones previstas en la Convención y el Protocolo de Kyoto.

8) Subrayaron que los países desarrollados, que comprenden solamente el 20% de la población mundial, contrajeron una deuda climática con los países en desarrollo, las futuras generaciones y la Madre Tierra, al sobre consumir el espacio atmosférico y al haber generado aproximadamente tres cuartas partes de las emisiones históricas mundiales.

9) Reconocieron que para lograr el objetivo de estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera a un nivel que prevenga una interferencia peligrosa en el sistema climático, los países Anexo 1 deben volver a las concentraciones de gases de efecto invernadero muy por debajo de 300 ppm de GEI, con el propósito de retornar a temperaturas lo más cercanas posibles a los niveles preindustriales.

10) Destacaron que esta deuda climática en el marco más amplio de la deuda ecológica comprende tanto una deuda de emisiones como una deuda de adaptación, que debe ser honrada por los países desarrollados a través de:

a) Compromisos vinculantes de reducciones domésticas sustanciales y reabsorción de emisiones de gases de efecto invernadero de tal forma que se garantice el derecho al desarrollo de los países en vías de desarrollo.

b) Cumplimiento de sus compromisos de transferencia efectiva de tecnología, asegurando que sea accesible, asequible, adaptable y eliminando todas las barreras relacionadas con los derechos de propiedad intelectual, para que los países del Sur puedan emprender un proceso de desarrollo que no siga los patrones de consumo y contaminación del Norte.

c) Cumplimiento y garantías en la provisión efectiva de recursos financieros públicos adicionales, adecuados, previsibles y sostenibles, enfatizando que los requerimientos para la adaptación de los países en desarrollo se han incrementado como consecuencia de la crisis climática. Para evitar una catástrofe climática mayor, los países desarrollados deben proveer del 6% por ciento de su GDP a favor de los países en desarrollo haciendo una contribución medible (notificable y verificable) hacia el pago total de su deuda climática.

11) Resaltaron que para lograr la aplicación efectiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático y del Protocolo de Kyoto se deben los órganos competentes para la adaptación, transferencia de tecnología y desarrollo de capacidades, así como mecanismos financieros mejorados.

12) Rechazaron categóricamente los intentos de traspasar responsabilidades de mitigación a los países en desarrollo, así como el establecimiento de condicionalidades para la transferencia de recursos financieros y tecnológicos para combatir el cambio climático, y exigieron que se respete el derecho al desarrollo sostenible de estos países, en un ambiente sano, ecológicamente equilibrado, y con el espacio atmosférico requerido.

13) Destacaron que los países desarrollados intentan desconocer esta deuda climática, que es la expresión concreta de su responsabilidad histórica en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático y del Protocolo de Kyoto y que, por ello, están promoviendo un nuevo acuerdo donde su culpabilidad no quede en evidencia.

14) Enfatizaron la necesidad de cambiar los patrones de consumo y estilos de vida en los países desarrollados y de reformar el sistema económico, comercial y financiero internacional.

15) Rechazaron las soluciones de mercado y la venta de bonos de carbono para resolver los problemas del cambio climático, porque ellas se inscriben en la misma lógica que provocó el estallido de la más grave crisis económica y financiera global después de la Gran Depresión, que generó millones de desempleados y agravó la pobreza y la crisis alimentaria de los países en desarrollo. Asimismo, destacaron que los mercados de carbono permiten a aquellos que causaron el cambio climático seguir contaminando, mientras que la carga de la reducción de las emisiones se traspasa a los países en desarrollo.

16) Manifestaron que la necesidad de proveer a los países en desarrollo con recursos financieros adecuados para atender la totalidad de los gastos adicionales generados por los impactos del cambio climático, no es un asunto de mercado, sino una obligación legal y moral, derivada de los compromisos asumidos por los países desarrollados bajo la Convención.

17) Alertaron que los intentos de los países desarrollados de impulsar la adopción de un acuerdo que viola los principios de responsabilidad histórica, de equidad y responsabilidades comunes pero diferenciadas, atenta contra el derecho al desarrollo de los países en vías de desarrollo y representa una grave afectación de los derechos de la Madre Tierra.

18) Ratificaron su voluntad de trabajar desde posiciones cohesionadas para participar y contribuir de manera constructiva a las deliberaciones de Copenhague y cualquier proceso ulterior, con el fin de llegar a un resultado justo, balanceado y equitativo que permita alcanzar el objetivo primero de la Convención en plena concordancia con sus principios y compromisos.

19) Demandaron enfáticamente a los países desarrollados para que, de manera efectiva y convincente, demuestren su voluntad política de cumplir plenamente sus obligaciones actuales y futuras, mediante compromisos serios, ambiciosos y comparables bajo la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático y del Protocolo de Kyoto.

20) Reconocieron que las medidas voluntarias orientadas a la mitigación, alternativas a las tradicionales de mercado, adoptadas por algunos de los países miembros de la ALBA, deben ser reconocidas, compensadas financieramente y promovidas a nivel mundial. Particularmente, reconocieron y apoyaron la iniciativa del Ecuador denominada Yasuní-ITT, como innovadora y vanguardista en el enfrentamiento del problema del cambio climático.

21) Reafirmaron que la posición de los países de la ALBA sobre cambio climático, refleja una concepción del desarrollo no basada en la mercantilización de la naturaleza, sino guiada por el paradigma del Buen Vivir, que supone relaciones de armonía y respeto con la naturaleza y con los demás.

ÁFRICA ES LA GRAN VÍCTIMA!

Representantes africanos en Copenhague anuncian que su continente padecerá 150% más que el resto del planeta los estragos del cambio climático, pese a la indiferencia de las potencias.

Los representantes africanos en la conferencia de Copenhague sobre el clima son quienes mejor avizoran los devastadores efectos para su continente si no se llega a un acuerdo de mitigación para después de 2012.

Desde el comienzo de la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático el lunes, la delegación africana propuso objetivos ambiciosos, tomados de la reunión preparatoria realizada en noviembre en Barcelona.

Los representantes y delegados de los países procurarán fijar objetivos más drásticos en materia de reducción de emisiones de gases invernadero, causantes del recalentamiento planetario para los países en desarrollo y otros más para los no signatarios del Protocolo de Kioto, cuyas metas fueron establecidas hasta 2012.

El Protocolo, firmado en 1997 y en vigor desde 2005, obliga a los 37 países industriales que lo ratificaron a reducir sus emisiones para 2012 a volúmenes 5.2% inferiores a los de 1990.

“África reclama a las naciones industrializadas más de 5% al año, del producto interno bruto de cada uno por su deuda histórica y seguir causando daño”, dijo a la agencia IPS el presidente del Grupo de los 77 (G-77), países en desarrollo, Lumumba Di-Aping. “Hablamos de unos dos billones de dólares al año hasta 2050 para adaptación, mitigación y transferencia tecnológica”, precisó.

“No creemos que sea una gran suma de dinero, pues EU destinó 2.2 billones de dólares para salvar a Wall Street”, añadió, en alusión a la compra del paquete accionario de empresas privadas en dificultades a raíz de la crisis financiera iniciada el año pasado en ese país. Lumumba Di-Aping reclamó una considerable reducción de emisiones.

“Muchos países no quieren que las temperaturas aumenten más de 1.5 grados”, lamentó. Su posición prefigura la que planteó Tuvalu en una controvertida propuesta presentada antes del comienzo de la cumbre, que terminará el 18 de este mes.

Los países industrializados, así como Brasil, China, India y Sudáfrica, los que presentaron un documento conjunto, son reacios a considerar siquiera trabajar en ese contexto, y prefieren discutir medidas para mantener el recalentamiento global por debajo de dos grados.

“Pero el cambio climático golpeará a África 150% por encima del promedio mundial”, advirtió Lumumba. “Sufriremos los efectos de un aumento de tres grados o más, nos empujan hacia una injusticia. No aceptaremos que maten a nuestra gente”, aseguró al ser consultado por el tipo de respuestas que sus asombrosos reclamos recibirán del resto de los países.

El grupo africano asumió un gran desafío al llevar una posición en bloque a Copenhague. Además, será más difícil mantener la solidaridad del bloque integrado por el G-77 y China.

“Por ahora no se acordó nada”, dijo Bisi Tapere, negociadora de la delegación nigeriana, refiriéndose a una resolución conjunta. “A veces tenemos que aceptar el disenso, tendremos que ponernos de acuerdo”, añadió.

Las diversas necesidades de los países africanos no necesariamente ponen en peligro la unidad, ni siquiera para su país, el segundo exportador de crudo del continente que podría perder fondos por la reducción de emisiones de los combustibles fósiles, dijo la negociadora nigeriana.

“Si África está unida, al final será mejor para nosotros. Nigeria no tendrá que salir a luchar por su cuenta, peleamos de forma colectiva, como continente. Nuestra voz fue escuchada y lo será aún más, nos quedan duros golpes para dar”, añadió.

Las señales que aparecen a medida que avanzan las negociaciones son preocupantes. El rumor de una posible fisura en el grupo africano llevó a cancelar varias conferencias de prensa, lo que indica las dificultades que tienen para llegar a un acuerdo.

Los países africanos más pobres desecharon un documento danés con compromisos vinculantes para las economías emergentes que se había filtrado a la prensa el miércoles pasado y apoyaron con fuerza la propuesta de Tuvalu. Estados clave como China e India se negaron tan siquiera a considerarla.

En los pasillos de la conferencia danesa se presume ya que será muy difícil lograr un documento jurídicamente vinculante por las diferencias entre países industrializados y en desarrollo, en especial porque los primeros se niegan a firmar un protocolo como el de Kioto, que los obliga a reducir las emisiones hasta 2020 y 2050 con cantidades claras y definidas.

“Vamos a escuchar lo que tengan para decir y presentaremos nuestros argumentos. Pero si no va para ningún lado, no dudaremos en levantarnos y marcharnos”, dijo Lumumba, lo que ya hicieron en la conferencia climática de Barcelona.

¿Y qué pasa si nadie escucha lo que dice África?
“Muy simple, entonces sabremos por qué nos morimos”, respondió tras una pausa.