2 de abril de 2010

Cómo evitar un nuevo Copenhague?


“Si se procede como en Copenhague, nos encaminamos directamente a otro fracaso, de eso no cabe duda”. Advertencia reciente de Nicolas Sarkozy pronunciada durante la inauguración de una conferencia sobre bosques organizada en París.

Días antes, Connie Hedegaard, la flamante comisaria del Clima de la Unión Europea, les comentó a los ministros de Exteriores del bloque que veía como muy poco probable la firma en México de un acuerdo vinculante mundial para enfrentar el calentamiento del planeta: pululan las posiciones divergentes y la confianza entre los países con intereses contrapuestos se ha hecho humo.

El pesimismo hace presa de los líderes europeos.

Al escenario de “completar” Copenhague en el lapso de unos meses, siguió la esperanza de sellar el nuevo “deal” climático al final del 2010 durante la COP 16 de Cancún (Conferencia de las Partes de la Convención Marco de la ONU sobre el cambio climático).

Ahora, como Hedegaard, son cada vez más numerosos quienes piensan que hará falta esperar hasta fines del 2011. Entonces la COP tendrá lugar en Sudáfrica, uno de los países del Basic (Brasil, Sudáfrica, India y China), un grupo clave en las negociaciones por reunir a los más poderosos (y contaminantes) países emergentes y por aspirar a ser el líder de los países en desarrollo.

¿Cómo hacer para impedir que Cancún se desinfle ante de haber despegado?

El Gobierno de México (que se desvivió por convertirse en anfitrión de la próxima cita climática mundial y arrolló al Perú en tal pretensión) es el primer interesado en proponer pistas.

El ministro de Medio Ambiente, Juan Rafael Elvira, voló hasta Bruselas para exponer una idea sensata: “Paguen”, les dijo a sus pares europeos. Usó otras palabras, pero ese fue el mensaje: liberen el tan mentado fondo de urgencia para adaptación al cambio climático de forma que el mundo en desarrollo vuelva a creerles.

El Basic, por su parte, ha venido pidiendo que se organicen al menos cinco conferencias preparativas para allanar el camino a Cancún, como se hizo en los meses previos a Copenhague.

Hasta ahora está programada solo una reunión de todas las partes (199 países) para junio en Bonn. El inconveniente de tales citas es que los países suelen colmarlas de funcionarios o técnicos que no tienen gran margen para negociar.

Y están quienes piden cambiar de método de trabajo. Como Sarkozy, quien considera una ficción esperar que los representantes de todos los países del planeta lleguen a negociar un texto y a ponerse de acuerdo.

Él propone organizar reuniones restringidas entre países o bloques de países “clave”. ¿Cómo hacerlo sin crear desconfianza entre las demás naciones, todas concernidas por el calentamiento global?

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